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Viendo lo que sucede por ejemplo en Los Ángeles, se me hace difícil darte la razón.
Acá en Argentina tenemos una muchacho de izquierda vago, siempre metido en política disque por los pobres pero robando a manos llenas, que anda diciendo que el actual gobierno es de facto y hay que voltearlo (el presidente más votado de la historia del país). También perdonas de izquierda hacen amenazas de bomba y toman universidades para exigir la liberación de la ex presidente, a quien la Corte Suprema ha confirmado su cpnfena en una de las 14 causas que tiene en la Justicia y debe ir a la cárcel. A vos te parece que estos ejemplos que te di son de una izquierda que pide perdón por existir?
#1 #1 barbara21 dijo: Viendo lo que sucede por ejemplo en Los Ángeles, se me hace difícil darte la razón.
Acá en Argentina tenemos una muchacho de izquierda vago, siempre metido en política disque por los pobres pero robando a manos llenas, que anda diciendo que el actual gobierno es de facto y hay que voltearlo (el presidente más votado de la historia del país). También perdonas de izquierda hacen amenazas de bomba y toman universidades para exigir la liberación de la ex presidente, a quien la Corte Suprema ha confirmado su cpnfena en una de las 14 causas que tiene en la Justicia y debe ir a la cárcel. A vos te parece que estos ejemplos que te di son de una izquierda que pide perdón por existir? ha dicho claramente la derecha española, y por ende habla de la izquierda española. Lo que os pase en Argentina no tiene nada que ver aquí.
Estaba pensando si eso es el karma negativo de ser un abanderado de la superioridad moral: estar siempre en un margen de error muy estrecho. No sé si esto es así, y no estoy criticando a nadie. Simple reflexión.
#3 #3 sc42 dijo: Estaba pensando si eso es el karma negativo de ser un abanderado de la superioridad moral: estar siempre en un margen de error muy estrecho. No sé si esto es así, y no estoy criticando a nadie. Simple reflexión. Coincido. Quien se presenta como abanderado de la ética será enjuiciado más severamente si falla o incumple su palabra. La derecha parlamentaria normalmente se vende como gestora, sin controvertir la tradición ni buscar transgresiones. El discurso de izquierdas, incluso el socialdemócrata moderado, nos vende la utopía venidera, juega con las esperanzas e ilusiones de cambiarlo todo. Claro, cuando luego no cambia nada, viene el desencanto; o cuando el cambio prometido implica sacrificios dolorosos.
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